En primer lugar, un horno de vapor sirve para cocinar al vapor. Es decir, los alimentos se cuecen en vapor de agua. Aquí aplica una regla sencilla: todo lo que se pueda hervir o escaldar se puede cocinar igual de bien con la función de cocción al vapor. Con temperaturas de hasta 100 °C se produce vapor de agua, el cual envuelve y calienta el alimento. Puesto que los alimentos no están sumergidos como sucede cuando se cuecen de la manera tradicional, no se pierden vitaminas, aromas ni nutrientes con el agua. Así, al hacerlos al vapor, el brócoli, las zanahorias y similares se mantienen crujientes y jugosos, y conservan su color natural. Otra ventaja es que no se necesita nada de grasa o sal como portador del sabor, o se necesita mucha menos cantidad que al cocer los alimentos en una olla.