Una arquitectura de cocina al margen de toda convención

Una arquitectura de cocina al margen de toda convención

Al volver a su lugar de origen en la Alta Franconia, el arquitecto Christoph Faltenbacher y su mujer, Christina, hicieron realidad su sueño: construyeron su casa en una ladera juntando varios cubos. En el centro de esta construcción de aire mediterráneo situaron la cocina, con abundantes detalles muy interesantes: desde una original isla de cocina con BORA Pure, hasta puertas secretas y espectaculares vistas.

A Christoph Faltenbacher le gusta que el plano de una casa no sea evidente nada más entrar. El arquitecto siempre tuvo claro que la casa que construiría para él mismo no seguiría las reglas clásicas de distribución del espacio. Cuando, después de años viajando por el mundo —Weimar, Nueva York y Múnich—, su mujer, Christina, y él volvieron a Naila, su ciudad de origen en la Selva de Franconia, había llegado el momento de hacer realidad la casa de sus sueños. Por casualidad, en Naila encontraron un terreno en una pendiente que era perfecto para su idea. Las autoridades locales en materia de construcción no pusieron ningún impedimento; así pues, quedaba vía libre para que el arquitecto y la jurista llevaran a cabo aquí su proyecto de obra.

Estudio de arquitectura: Faltenbacher Architektur, www.faltenbacher-architektur.de

Estudio de cocinas: Findeiß Küchen, findeisskuechen.de

BORA Pure placa de inducción con extractor de superficie integrado, recirculación

Fotos: Sebastian Faltenbacher, www.sebastian-faltenbacher.de

Y este era de todo menos convencional. La simple distribución de los espacios rompe con todas las tradiciones: en lugar de colocarlas la una sobre la otra, Christoph Faltenbacher situó el área privada al lado del área para recibir visitas. Surgieron así dos bloques diferenciados con distintos niveles. Mientras que el bloque público abarca las funciones de salón, cocina y comedor, en el privado, más apartado de la calle, se encuentran el dormitorio, los baños, el cuarto infantil y la oficina.

 

Con muchos se hace uno

Los dos grandes bloques también están divididos en zonas individuales. El arquitecto y propietario explica por qué: «Pensamos cuáles debían ser, por ejemplo, las dimensiones de nuestro comedor. El ancho, el largo y el alto. Ahí teníamos ya la cubicación del espacio. Esto mismo hicimos con todas las habitaciones.» Por eso ningún cubo es igual a otro en tamaño y altura. Sin embargo, todos juntos forman un conjunto coherente. Como en un pueblo de montaña griego, los cubos de la vivienda se unen y se ordenan escalonados en la pendiente. En total, la casa tiene cinco niveles, un patio interior, una azotea, muchos escalones y diversas vistas, perspectivas y miradores.

Para el arquitecto era muy importante poder disfrutar del cambio entre los puntos de observación de la casa. Según se gire uno dentro del edificio, tendrá vistas diferentes desde cada punto: al patio, a una de las escaleras, a la chimenea, a la cocina o al exterior. El que estas subdivisiones no le hagan perder su cohesión a la arquitectura se debe, por un lado, a la inteligente disposición de los elementos del espacio y, por otro, a un concepto cromático de efecto estructurador bien estudiado. Así pues, todas las zonas de unión, es decir, los pasillos y las escaleras entre el ala privada y el ala pública, van completamente en negro tanto por dentro como por fuera, como contrapunto a los tonos claros de los bloques de la vivienda, encalados por fuera.

 

La cocina, tan poco convencional como la casa

El juego de claroscuros tiene también un papel importante en la cocina, diseñada como no podía ser de otra manera por el propietario. En el centro se encuentra el bloque monolítico de la isla, totalmente en negro, que está flanqueado por unos muebles de cocina con frontales de madera de abedul en tonos claros. De la construcción de la isla, con un sistema de extracción de superficie BORA Pure empotrado y un fregadero de acero inoxidable, se encargó el estudio de diseño de cocinas Findeiß, de la ciudad alemana Hof. Christoph Faltenbacher encargó el resto de los muebles a una carpintería que hizo un gran trabajo porque, detrás de los paneles de abedul del módulo mural esquinero se esconden «no solo el frigorífico, el horno y los armarios de cocina, sino también dos puertas secretas que dan a la despensa y, por el otro lado, al ropero y el aseo para las visitas.»

Los Faltenbachers escogieron el abedul, por un lado, porque tiene un color claro que subraya el contraste buscado entre los tonos claros y los oscuros y, por otro, como reminiscencia del pequeño bosque de abedules que había originariamente en el terreno. Dos troncos decorativos recuerdan la tala que hubo de hacerse para construir la casa. El juego de claroscuros puede verse también al otro lado de la cocina: la colección de ginebras del propietario y la despensa del café se encuentran dentro de una alacena negra con frontales de madera de abedul. 

 

El monolito negro de la cocina es el centro de atención

La cocina, para Faltenbacher el «eje central» de toda la casa, se encuentra en el nivel superior, cerca de la entrada de la casa, pero en el centro del conjunto de cubos. Delante de ella, situada sobre el cubo del salón, está la amplia azotea, que fue un deseo expreso de Christina Faltenbacher: «Mi mujer dijo que si íbamos a construir una casa en este terreno con estas vistas, en el nivel más alto teníamos que poner una azotea.» Ambos piensan hoy que aquella fue una gran idea. Todavía les impresionan las vistas a Naila de las que se puede disfrutar de pie junto al bloque de la cocina.

El centro de atención de la cocina es, claramente, el bloque de color oscuro con la encimera y una placa de cocción BORA con sistema integrado de extracción hacia abajo de los vapores. Se decidieron por BORA porque «las vistas desde la cocina a través de la azotea no debían quedar obstaculizadas por una campana extractora o similares». El matrimonio eligió el producto BORA Pure por motivos de diseño: la tobera de entrada enrasada llamó la atención de estos amantes del diseño.

Mereció la pena: gracias a la placa de cocción Pure con extractor, totalmente al ras de la encimera de cerámica, el bloque de cocina en negro queda perfectamente resaltado como elemento central. «Siempre que tenemos invitados o visitas, el bloque es el punto donde los recibimos. Aquí dejamos el correo y lo abrimos. Aquí recibimos los paquetes, depositamos y clasificamos las compras, y también aquí tienen lugar las conversaciones típicas de las fiestas», cuenta el dueño de la casa, y añade: «Y aquí es donde yo cocino y mi mujer hace repostería.» A lo que Christina Faltenbacher apostilla que no es totalmente cierto: «La primera vez que me ha apetecido cocinar ha sido en esta casa, cosa que he hecho ya muchas veces.» ¿Hay mejor cumplido que este para el proyectista?