Azúcar: ¿Qué se esconde detrás de él?

Azúcar: ¿Qué se esconde detrás de él?

¿Es cierto que el azúcar es el enemigo de una buena alimentación? Consumido en grandes cantidades, desde luego, no es óptimo; a la larga conlleva, con gran probabilidad, un deterioro de la salud. Desgraciadamente, numerosos alimentos de producción industrial contienen demasiado azúcar, y es que es barato y especialmente palatable para los niños. Una vez que uno cae en las redes del azúcar, no resulta tan fácil volver a liberarse. El primer paso para salir de esta situación pasa por extender lo que sabemos acerca del azúcar, qué es, qué efectos tiene y dónde se esconde.

Dediquémosle unos instantes: se engloba dentro de los hidratos de carbonos, que son el combustible más importante, en general, para la musculatura o el cerebro, y llegan a todas las células, una vez consumidos a través de los alimentos, a través de la sangre. Se dividen, principalmente, en carbohidratos de cadena corta y carbohidratos de cadena larga. El azúcar puede englobarse dentro de los carbohidratos de cadena corta y la fibra, por ejemplo, dentro de los de cadena larga. Es importante saber que los carbohidratos de cadena corta acceden muy rápidamente a la sangre una vez consumidos: se produce, por así decirlo, un pequeño shock glucémico. Posteriormente, se libera insulina para la metabolización del azúcar. Por ello, el azúcar en sangre, en respuesta, desciende muy bruscamente por debajo del nivel previo al consumo del alimento. La consecuencia: al influir el nivel de glucemia sobre, entre otros, la sensación de saciedad, se vuelve a tener hambre muy rápidamente. Y así nos encontramos ante un círculo vicioso en torno a la comida, en el que nos vemos obligados a volver a comer poco después de haber comido. Si la energía consumida no se quema, se almacena en el cuerpo en forma de grasa, lo que favorece el desarrollo de diferentes molestias y trastornos en nuestro cuerpo como pueden ser la diabetes, diferentes hepatopatías debidas a la adiposis y trastornos cardiovasculares. Los hidratos de carbono de cadena larga, por el contrario, necesitan más tiempo para su paso por el aparato digestivo, y las moléculas de cadena corta resultantes pasan más lentamente a la sangre. El nivel de energía percibido se mantiene elevado, la sensación de hambre se da considerablemente más tarde.

Comprender los efectos del azúcar es el primer paso para modificar nuestras costumbres alimenticias. El segundo es concienciarse acerca de en qué productos encontramos el azúcar como ingrediente "oculto", quizás sin ser conscientes de ello en un primer momento. Así, productos como pueden ser los yogures, el kétchup, la fruta en conserva o las barritas de muesli contienen mucho azúcar de absorción rápida. Son productos que no se engloban necesariamente bajo los alimentos considerados "culpables", sino que quizás, más bien, se considerarían, incluso, saludables. Pero también un consumo excesivo de productos a base de harina refinada como, por ejemplo, la clásica bollería que se vende en panaderías, hace que caigamos en la trampa del azúcar, y es que esta harina se digiere más rápidamente, si la comparamos con la harina integral, en forma de hidratos de carbono de cadena corta, tras lo cual estos siguen su curso.

Ahora viene el paso más difícil: la verdadera modificación de los hábitos alimenticios. Algo que ayuda en cualquier caso es el preparar uno mismo gran parte de las comidas diarias, ya sea el muesli del desayuno, el pan o la pizza. De esta forma uno controla lo que consume o, mejor dicho, cuánto azúcar consume o qué harina emplea. Aparte, merece la pena pasarse en gran medida a una alimentación basada en plantas con gran consumo de verduras, incluyendo, por ejemplo, lentejas, pasta o pan integral, fruta o chocolate con alto porcentaje de cacao. Contemplando nuestros propios hábitos y dando los primeros pequeños pasos para cambiar nuestra alimentación, encontraremos poco a poco el camino hacia un estilo de vida más saludable y hacia un mayor bienestar. Y todo ello sin renunciar a algún capricho ocasional, y es que hay que disfrutar, siempre que lo hagamos de forma plenamente consciente.

Créditos fotografía:

Anya Rüngeler