Hospitalidad culinaria en Marruecos

Hospitalidad culinaria en Marruecos

"Te invito". Una frase que despierta las ganas de pasar una amena velada amenizada por una buena conversación y aderezada con un buen menú. Pero la hospitalidad es mucho más que eso: es el acto de ofrecer y recibir que involucra a familia, amigos e incluso desconocidos y que adopta formas y costumbres diferentes en cada cultura.*

Créditos fotografia: 

Anya - tegernsee kitchen

 

Quien haya podido visitar Marruecos alguna vez seguramente recuerde la increíble versatilidad del país, así como los colores, olores, paisajes y tradiciones. Un paseo por sus zocos, esas calles laberínticas hechas mercado, rebosantes de comerciantes que ofrecen sus productos o simplemente conversan con el tendero de al lado mientras sorben té, es un viaje a un mundo especial conformado por coloridas telas, el aroma de las especias, comidas tradicionales y té caliente de hierbabuena. Lo que permanece en la memoria una vez retornamos de nuestro viaje por este país que parece sacado de Las Mil y Una Noches, es la cálida hospitalidad de sus habitantes.

La hospitalidad a lo largo y ancho del planeta a menudo se expresa en forma de una invitación a comer. Este hecho se refleja aún más en Marruecos, donde una invitación a comer o, por lo menos, a disfrutar de un té caliente y dulce, acompañado de una conversación, es un ritual amistoso fuertemente arraigado.

Es su manera de dar una cálida bienvenida, especialmente a los desconocidos. La cocina marroquí hace honores a su reconocida hospitalidad: variados guisos tradicionales, también conocidos como "tajín", mucha verdura, creaciones con hojaldre o el internacionalmente conocido cuscús, que a menudo se prepara en grandes cantidades para servir a toda la familia en festividades.

El cuscús es la sémola de trigo duro, cebada o mijo, molida hasta formar pequeñas bolitas. Muchos conocen el cuscús de los estantes del supermercado, para el cual se indican unas pautas de preparación, que suelen ser remojar la sémola con agua caliente o caldo, dejar reposar unos minutos y consumir. Quien lo haya probado sabrá ya que este cuscús resulta un capricho para el paladar, sea como acompañamiento o en forma de ensalada, por ejemplo con verdura asada y queso de oveja. Pero no todo el mundo sabe que el cuscús, en su elaboración tradicional, requiere de varios pasos y se rehoga durante horas. Quienes hayan podido degustar el verdadero cuscús en su visita a Marruecos lo saben bien: es un cuscús maravillosamente ligero, suelto y esponjoso. Su laboriosa preparación merece la pena.

Pero, admitámoslo, ¿quién tiene tiempo y ganas de pasarse horas rehogando el cuscús a lo largo de varios pasos? Seguramente, solo unos pocos. Por eso, les revelamos un pequeño atajo que les resultará considerablemente más rápido y con el que también conseguirán un delicioso y ligero cuscús.

Distribuir 500 g de cuscús en un cuenco amplio y mezclar con 630 ml de agua caliente. Agregar una pizca de sal y remover bien con un tenedor. Volver a distribuir y aplanar el cuscús sobre la base del cuenco y dejar reposar aprox. 15 minutos. Seguidamente, agregar al cuscús de 1 a 2 cucharadas de aceite de oliva, volver a mezclar a mano, y seguidamente hornear sobre la bandeja del horno otros 10 minutos a 180 °C. Y ya tenemos nuestro acompañamiento marroquí.

Este cuscús lo podemos servir perfecta y fácilmente junto con unas gambas en salsa de tomate. Para ello rehogamos una cebolla y algo de ajo en aceite de oliva y añadimos 400 ml de tomate triturado. Dejamos que la salsa cueza a fuego suave unos 10 minutos. Después agregamos hasta dos puñados de tomates pequeños cortados a la mitad. Cocinamos la salsa otros 8-10 minutos a fuego suave. Finalmente agregamos y mezclamos dos puñados de gambas peladas y las cocinamos 3-4 minutos en la salsa. Servimos el cuscús con la salsa de tomate y las gambas rehogadas y perejil fresco picado. Este plato tan rápido no solo resulta una delicia, sino que también nos permite acercar una parte de la cultura norteafricana a nuestra mesa: una forma excelente de dar rienda suelta a nuestras ganas de viajar cuando no nos es posible.

Por cierto, las gambas cultivadas de manera sostenible en Baviera resultan ideales para este plato: una forma de optar por la cocina intercultural, en forma de receta mediterránea elaborada con ingredientes mayoritariamente locales.

¡Que aproveche!

 

*https://priyabasil.weebly.com/gastfreundschaft-deutsch.html