De las algas a los calabacines: así de variada puede ser la pasta

De las algas a los calabacines: así de variada puede ser la pasta

El mundo de la pasta no comprende únicamente diferentes formas especiales. También incluye diferentes variedades elaboradas con alternativas a los cereales. Toda esa variedad enriquece nuestras opciones, y no sólo las de las personas con intolerancia al gluten. Descubra aquí las pastas alternativas.

Bienvenidos al mundo de la pasta

Basta un cordial «buon gusto» mientras nos sirven nuestro plato de pasta fresca en nuestro restaurante favorito para sentir el sol de Calabria, teletransportarnos al sol de las playas más bellas de la Toscana y disfrutar de las vistas y del azul del Mediterráneo con los ojos cerrados.

Sí, amamos la pasta. Y es que es mucho más que un plato mediterráneo elaborado a partir de harina blanca. ¿Pensando en opciones integrales? Es una opción. Pero también nos referimos a las opciones elaboradas a partir de pseudocereales, como el trigo sarraceno, legumbres, como las lentejas, o soja. Y a la pasta baja en carbohidratos, y a muchas variedades más.

¿Qué tipos de pasta existen, en qué se diferencian de la pasta «normal» y cómo se cocinan? Una buena noticia para empezar: con tantas alternativas, resulta fácil comer mucho más saludable.

Opciones innovadoras: pseudocereales y legumbres

No hay ninguna duda, en Europa amamos la pasta: según Statista, solo en Alemania en 2021, alrededor de 15,8 millones de personas comieron pasta varias veces por semana. Pero nuestra digestión nos lo agradecerá si no solo optamos por las opciones basadas en el trigo duro. Los espagueti a la boloñesa, por ejemplo, también quedan muy bien con otras pastas.

El amaranto, la quinoa y el trigo sarraceno (como el que se utiliza p. ej. en los fideos japoneses llamados soba) son pseudocereales. Son ideales en las dietas sin gluten y para elaborar salsas cremosas porque aportan un ligero sabor a fruto seco. Además, las semillas son muy ricas en minerales: el amaranto proporciona tres veces más calcio que los cereales normales.

La pasta de legumbres, como las lentejas y los garbanzos, es otra alternativa popular a la pasta de trigo duro. Al cocinar pasta de lentejas solo debemos prestar atención al reloj, ya que el tiempo de cocción resulta especialmente importante en este caso. Si se cocina un instante de más, este tipo de pasta se reblandece. También la pasta de edamame, rica en hierro y elaborada a partir de granos de soja verdes, cuenta con muchos adeptos. Su consistencia es similar a la de la pasta convencional.

La conciencia tranquila con la pasta baja en carbohidratos

Reemplazar la pasta por espagueti de calabacín, los llamados «zoodles», es la opción ideal en caso de seguir una dieta baja en carbohidratos y sin gluten. Pero tampoco es absolutamente necesario renunciar a los otros tipos de pasta. La cuestión más importante es: ¿Qué componentes nos aporta cada alimento? Así, por ejemplo, la pasta de legumbres, pseudocereales o soja nos aporta mucha proteína vegetal y fibra. Además, no todos los hidratos de carbono son iguales:

  • Pasta de trigo sarraceno: nos proporciona hasta 70 gramos de carbohidratos complejos, que aumentan los niveles de azúcar en sangre más lentamente y proporcionan energía más sostenida en el tiempo que el clásico de harina blanca. 
  • Pasta de lentejas caviar: alrededor de 25 gramos de proteína
  • Pasta de quinoa: alrededor de 26 gramos de carbohidratos
  • Pasta de soja: alrededor de 20 gramos de fibra

¿Mejor una pasta baja en calorías? En ese caso, la pasta elaborada con harina de konjac es la opción perfecta. Nos puede resultar familiar gracias a la cocina asiática: los fideos shirataki aportan tan solo nueve calorías por cada 100 gramos. Están libres de grasas, azúcares y gluten y son muy bajos en carbohidratos. Y la pasta de algas destaca por su aporte de los tan importantes ácidos grasos omega 3. Para acompañar, un clásico: una buena salsa de tomate casera. ¡Buon appetito!