Simbiosis culinaria entre lo antiguo y lo nuevo

Simbiosis culinaria entre lo antiguo y lo nuevo

“Nada convencional”: podría ser el lema en el que Roland Kohler se inspira a la hora de crear sus muebles, llenos de belleza, en su ebanistería. Por supuesto, la cocina que instalara junto a su esposa Julia en la casa rústica heredada de la abuela también tenía que ser una pieza única muy especial.

Salvar la casa de la demolición

Esta casa de campo de Taisersdorf, en Baden-Wurtemberg, cerca del lago de Constanza, puede presumir de una larga historia. Su primera mención escrita se remonta a un contrato de compraventa de 1752, momento a partir del cual pasó a manos de los antepasados de Roland Kohler. Hoy, más de 270 años más tarde, se ha convertido en el hogar del matrimonio.

Cuando se hicieron cargo de la casa de la abuela de Roland, demolerla fue el consejo que se les dio. Una solución que, sin embargo, no llegaron ni a plantearse. “Nuestro plan siempre fue restaurarla y hacerla nuestro hogar”, relata Julia. “Aun así, queríamos preservar el carácter de la antigua casa”.

Así que reconstruyeron la parte residencial con suma cautela. “Para nosotros era importante reutilizar los materiales que encontramos durante el desmantelamiento”, explica. Y así, las paredes se reforzaron con adobe, los históricos maderos de los suelos revivieron en forma de muebles de cocina y la casa recuperó su antiguo nombre: Liebhof, en memoria del apellido de soltera de la abuela.

La cocina, el nuevo corazón de la casa Liebhof

Las modificaciones hechas por los Kohler han sido pocas: tan solo hubo que sacrificar un par de paredes para que la cuadra, el comedor y la cocina se fusionaran en un gran espacio que hoy ocupa la totalidad de la planta baja. En el centro se encuentra la cocina, diseñada y construida por ambos como nuevo corazón de la casa.

En ella es imposible encontrar una cocina lineal convencional. En su lugar encontramos una sucesión de mesas de trabajo con mucho espacio de almacenamiento abierto. Por supuesto, otras piezas antiguas, meros hallazgos fortuitos, como un banco de trabajo y un lavadero de piedra, también forman parte del conjunto de la cocina, al igual que el BORA Professional 2.0 con placa de cocción de gas, que se integra perfectamente en el concepto gracias a su diseño atemporal.

“Queríamos crear un lugar que celebrara la cocina como artesanía y que fuera, a la vez, un lugar donde pasar tiempo juntos. Y hemos logrado ambas cosas”, afirman, convencidos. La prueba: que cuando vienen invitados, se reúnen en la cocina. “Es lo que ocurre, sin tan siquiera pensarlo”, añaden ambos.

Homenaje a la historia de la casa

También queríamos recordar la historia de la casa Liebhof a través de algunos detalles”, continúa Julia. Por ello revistieron la base de la isla de cocina con los viejos maderos del suelo de la cuadra. Los cubos de hojalata en los que la abuela almacenaba harina y azúcar, ahora albergan los cereales del desayuno.

“Al armario que va de pared a pared le pusimos unas puertas de madera con malla de gallinero. Nos recuerda a las viejas alacenas de la abuela, en las que se guardaban los alimentos perecederos cuando aún no había frigoríficos”, explican Julia y Roland Kohler.

Cuando preguntamos por su lugar favorito de la cocina, Julia responde: “A mí siempre me veréis junto al banco de trabajo, y a Roland, junto al lavadero. Y conversamos al pie del BORA Professional 2.0”. Ningún problema gracias al extractor de superficie descendente integrado, sin campanas convencionales que bloqueen la vista. Y de esta forma, los Kohler pueden concentrarse en lo esencial: la buena conversación y la buena comida.